LA ESCALERA SIN FIN

El viento resoplaba fuertemente sobre mi ventana, apenas amanecía y se alcanzaba a escuchar el croar de las ranas, el dulce cantar de los pájaros, y  el Ki Ki ri ki de los gallos, pero no era para menos, en el Limonar ya estaba anunciada la visita del nuevo milenio; todos, menos yo, estaban temerosos de lo que pudiera suceder a partir de aquel momento. El gran jefe había  pronosticado una terrible sequía que se encargaría de terminar con las pocas especies vegetales y animales que aún sobrevivían en la inhóspita región del Limonar; lo importante era recuperar fuerzas y recordar una a una las indicaciones que se habían dado para enfrentar con calma la llegada de aquella fecha.

 

Sabía que lo que especulaban en la calle eran simples rumores, que lo único que pretendían era alarmar a la gente y hacerle abandonar sus tierras, por eso fui levantando una a una las sábanas, hice la oración como de costumbre y me encomendé al buen Dios para salir a batallar contra el enemigo.

 

De repente alguien encendió las luces primero que yo, pero no veía a nadie, a lo que hice varias conjeturas y apresuré el paso, sabía que en el mezanine todavía se conservaban las armas que utilizaba el abuelo para ahuyentar los malos espíritus, empecé a subir súbitamente las escaleras y era tanta mi ansiedad que pensé que no tenían fin.

 

Al llegar al último escalón, sentí un alivio profundo que pronto se desvaneció, cuando me di cuenta que la última escalera era el principio de una terrible pesadilla: era imposible escapar de allí, estaba atrapado en el nuevo milenio.

Luz Edilia Gutiérrez.

 
Decálogo del escritor, Augusto Monterroso (1921-2003)
 
Primero. Cuando tengas algo que decir, dilo; cuando no, también. Escribe siempre.

Segundo. No escribas nunca para tus contemporáneos, ni mucho menos, como hacen tantos, para tus antepasados. Hazlo para la posteridad, en la cual sin duda serás famoso, pues es bien sabido que la posteridad siempre hace justicia.

Tercero. En ninguna circunstancia olvides el célebre dictum: "En literatura no hay nada escrito".

Cuarto. Lo que puedas decir con cien palabras dilo con cien palabras; lo que con una, con una. No emplees nunca el término medio; así, jamás escribas nada con cincuenta palabras.

Quinto. Aunque no lo parezca, escribir es un arte; ser escritor es ser un artista, como el artista del trapecio, o el luchador por antonomasia, que es el que lucha con el lenguaje; para esta lucha ejercítate de día y de noche.

Sexto. Aprovecha todas las desventajas, como el insomnio, la prisión, o la pobreza; el primero hizo a Baudelaire, la segunda a Pellico y la tercera a todos tus amigos escritores; evita pues, dormir como Homero, la vida tranquila de un Byron, o ganar tanto como Bloy.

Séptimo. No persigas el éxito. El éxito acabó con Cervantes, tan buen novelista hasta el Quijote. Aunque el éxito es siempre inevitable, procúrate un buen fracaso de vez en cuando para que tus amigos se entristezcan.

Octavo. Fórmate un público inteligente, que se consigue más entre los ricos y los poderosos. De esta manera no te faltarán ni la comprensión ni el estímulo, que emana de estas dos únicas fuentes.

Noveno. Cree en ti, pero no tanto; duda de ti, pero no tanto. Cuando sientas duda, cree; cuando creas, duda. En esto estriba la única verdadera sabiduría que puede acompañar a un escritor.

Décimo. Trata de decir las cosas de manera que el lector sienta siempre que en el fondo es tanto o más inteligente que tú. De vez en cuando procura que efectivamente lo sea; pero para lograr eso tendrás que ser más inteligente que él.

Undécimo. No olvides los sentimientos de los lectores. Por lo general es lo mejor que tienen; no como tú, que careces de ellos, pues de otro modo no intentarías meterte en este oficio.

Duodécimo. Otra vez el lector. Entre mejor escribas más lectores tendrás; mientras les des obras cada vez más refinadas, un número cada vez mayor apetecerá tus creaciones; si escribes cosas para el montón nunca serás popular y nadie tratara de tocarte el saco en la calle, ni te señalara con el dedo en el supermercado.
 
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