El sol araña mi cara,
rasga a pedazos mis ilusiones;
el viento con toda su inmundicia se adhiere a mi cuerpo,
no digo nada, no puedo decir nada.
Cada día me acostumbro más, me someto más
a esta mi realidad: porque mi mundo es real,
tan real y cochino como el tuyo.
En fin, vivimos en el mismo mundo,
tú, en la porquería disfrazada de poder,
yo, en la mugre vestida de cuerpo;
ambos, habitantes de esta calle llamada ciudad
y de esta muerte llamada vida.
Yo vivo en la inmundicia, tú eres parte de ella;
yo busco la muerte, tú eres ella:
la que asesina sueños, roba esperanzas,
malgasta presentes y derrocha futuros.
Tú, doctor de mierda, yo excremento de sociedad;
tu traje es igual de fúnebre a mi mugre
y tu vida igual de cochina a la mía.
Ambos nos repudiamos siendo iguales,
hijos de una “puta” vida
por la que gemimos cada día.
Pero cuando esto termine,
allá en la tumba, en las puertas del infierno,
nos abrazaremos, nos miraremos fijamente
y al fin como dos hermanos viviremos eternamente.
LA CULPABLE
Por ti, lucha el soldado;
Por ti, el pueblo pelea;
Por ti, el político miente;
Por ti, mi patria se desangra;
Pero aunque valgas mucho,
no dejas de ser una ramera,
mal llamada democracia.
Andrés Orozco