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Profesora: Hilda Morales Luna.
VIOLENCIA
Era un señor que tenia un arma y disparo para una casa y en la casa huvo contaminación acustica.
Cristian Estiben Gallego
Edad: 9 años.
EL CONEJO EGOÍSTA
En 1920 esistia un biejo conejo hegoista, no le gustaba ayudar a nadie, el día que murio nadie lo ayudo, ni lo enterraron por hegoísta.
Laura Marcela Hurtado
Edad: 13 años.
LA GARSA
Una garsa estaba angustiada por su mamá y cuando se dio de cuenta ella era la mamá perdida.
Luís Alberto Solórzano
Edad: 9 años.
LA PAZ
Había una vez un niño jugando con sus amigos, llegaron unos señores, estaban disparando, entonces el niño hijo ni dañemos la paz, ni la vida como el niño se puso a llorar, ellos también.
Maria Camila Palacios
Edad: 10 años.
LA SEÑORA PAZ
La señora paz era dueña de la paz y la señora muerte era mala y la paz caturo a la muerte y la paz vivió feliz.
Carmen Trujillo
Edad: 10 años.
EL HOMBRE INTELIGENTE
El hombre de los experimentos hizo una poción de paz y se la dono a Colombia.
Jhon Alexander Raigoza
Edad: 9 años.
VIOLENCIA
Era una vez un señor que tenia una arma que siempre mataba a la gente y el arma estaba contaminada y el señor por bruto se contamino las manos.
Kelly Vargas. |
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Primero. Cuando tengas algo que decir, dilo; cuando no, también. Escribe siempre.
Segundo. No escribas nunca para tus contemporáneos, ni mucho menos, como hacen tantos, para tus antepasados. Hazlo para la posteridad, en la cual sin duda serás famoso, pues es bien sabido que la posteridad siempre hace justicia.
Tercero. En ninguna circunstancia olvides el célebre dictum: "En literatura no hay nada escrito".
Cuarto. Lo que puedas decir con cien palabras dilo con cien palabras; lo que con una, con una. No emplees nunca el término medio; así, jamás escribas nada con cincuenta palabras.
Quinto. Aunque no lo parezca, escribir es un arte; ser escritor es ser un artista, como el artista del trapecio, o el luchador por antonomasia, que es el que lucha con el lenguaje; para esta lucha ejercítate de día y de noche.
Sexto. Aprovecha todas las desventajas, como el insomnio, la prisión, o la pobreza; el primero hizo a Baudelaire, la segunda a Pellico y la tercera a todos tus amigos escritores; evita pues, dormir como Homero, la vida tranquila de un Byron, o ganar tanto como Bloy.
Séptimo. No persigas el éxito. El éxito acabó con Cervantes, tan buen novelista hasta el Quijote. Aunque el éxito es siempre inevitable, procúrate un buen fracaso de vez en cuando para que tus amigos se entristezcan.
Octavo. Fórmate un público inteligente, que se consigue más entre los ricos y los poderosos. De esta manera no te faltarán ni la comprensión ni el estímulo, que emana de estas dos únicas fuentes.
Noveno. Cree en ti, pero no tanto; duda de ti, pero no tanto. Cuando sientas duda, cree; cuando creas, duda. En esto estriba la única verdadera sabiduría que puede acompañar a un escritor.
Décimo. Trata de decir las cosas de manera que el lector sienta siempre que en el fondo es tanto o más inteligente que tú. De vez en cuando procura que efectivamente lo sea; pero para lograr eso tendrás que ser más inteligente que él.
Undécimo. No olvides los sentimientos de los lectores. Por lo general es lo mejor que tienen; no como tú, que careces de ellos, pues de otro modo no intentarías meterte en este oficio.
Duodécimo. Otra vez el lector. Entre mejor escribas más lectores tendrás; mientras les des obras cada vez más refinadas, un número cada vez mayor apetecerá tus creaciones; si escribes cosas para el montón nunca serás popular y nadie tratara de tocarte el saco en la calle, ni te señalara con el dedo en el supermercado.
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